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Asentamiento O.S.J.

12. Período de asentamiento: 1201-1317. (Parte II: Campañas militares)

12. Período de asentamiento: 1201-1317. (Parte II: Campañas militares)

Es de suponer que los miembros de San Jorge de Alfama participaron en las empresas militares de Mallorca y Valencia, por las donaciones que la Orden recibió en ambos reinos tras la reconquista.

En Mallorca, la Orden en 1232, tras el reparto, disfrutó de dos alquerías, la de Alfauvach, que pasó a llamarse Sant Jordi, y Dalmón. Las conservaron durante muchos años, aunque desde Alfonso III se les exigió a cambio un caballo armado para la defensa. Otra alquería concedida a mitad de siglo fue la de Valldemossa,  de la que perdieron todo derecho llegado el 1300.

Tras la conquista de Menorca en 1287, Alfonso III para repoblarla, entregó a la Orden una alquería denominada Rafalborbran, en Toraixa, con la obligación de que algunos freires residieran en el castillo del puerto de Mahón.

Por el Llibre del Repartiment del regne de València, sabemos que la Orden de San Jorge recibió en Valencia una casa en el barrio de Daroca en 1233, y más casas y huertos en el raval de Abinmoerez en 1238.

En 1233 la conquista de Burriana, en la que probablemente participaron les supuso una importante alquería, por su extensión y rentas, la de Carabona. Allí la Orden poseyó la jurisdicción civil y criminal, excepto la pena de muerte y mutilaciones de miembros. Años más tarde, en 1303, quisieron aumentar el patrimonio con la alquería de Beniquite. Ambas fueron causa de pleitos con los bailes y oficiales de la zona, pero finalmente fueron declaradas francas e inmunes por Jaume II.

De estos bienes que adquirió la Orden en su primer siglo de existencia se derivó la descentralización de la misma, cuando, junto al comendador mayor, que era Pere Guasc, máxime representante de la Milicia, se pusieron al frente de las propiedades valencianas e insulares otros comendadores.

 

11. Período de asentamiento: 1201-1317. (Parte I: Construcción del hospital)

11. Período de asentamiento: 1201-1317. (Parte I: Construcción del hospital)

Durante los treinta primeros años de la Orden, cuando ésta todavía no disponía de rentas y beneficios territoriales, los freires no contaron con más recursos que los procedentes de las limosnas y los que les proporcionaban las gentes que les dejaban legados en sus testamentos.

Tres fueron las actividades a que se dedicaron los miembros de la Orden durante el primer período de su historia. Primeramente la construcción de la casa-hospital que debería albergarlos. En segundo lugar la colecta de limosnas que haría posible su supervivencia. Y finalmente, la ayuda militar que los primeros comendadores empezaron a prestar al reino en las empresas reconquistadoras del siglo XIII.

Según un inventario de 1576, el convento era de planta cuadrada, de unos 20 metros de lado, y sus paredes exteriores se alzaban a una altura de 12 metros aproximadamente. Entre ellas sobresalía una torre de homenaje 4 metros más alta, como atalaya para vigilar la costa. El recinto (compásere con el plano del castillo de Montesa) constaba de un patio y un claustro, con el dormitorio de freires a un lado de éste y la iglesia al otro, con 13 metros de largo por 6’30 de ancho. Y otras dependencias como la sala capitular, cocina, refectorio, etc. En pocos años, al menos la zona de residencia, debió estar ya en funcionamiento. El actual paraje se denomina “plana de sant Jordi”.

La repoblación de la zona que tanto interesaba a los monarcas desde Pedro II, parece ser que no  tuvo éxito, pues no quedan indicios de ningún poblado, más bien sólo alguna vivienda del personal al servicio del castillo.

La Orden rápidamente haría uso de la concesión de colectar limosnas, ya que realmente estaba necesitada de esos recursos. Un documento informa que los cuestores se presentaban en las poblaciones, enarbolando una bandera con el distintivo de San Jorge, y en la plaza o en otro lugar asignado congregaban a los fieles, a los que exponían los milagros del santo y las indulgencias concedidas por los papas a los benefactores de la Orden, procediendo acto seguido a la colecta de limosnas. A veces esta tarea no fue fácil, siendo denunciados al monarca tanto faltas de los colectores, no siempre ciertas,  como quejas contra los oficiales que les exigían tributos contra el privilegio.

Pedro II, a causa de su deficiente política económica, únicamente pudo efectuar una donación territorial a la Orden de San Jorge. Fue cuatro años después de fundar la Milicia, en mayo de 1205, cuando le concedió la villa de Bujaraloz en el reino de Aragón, con la condición de que los freires poblasen y mejorasen el lugar, y un presbítero rogase por él cada día. Bujaraloz, que incluía una viña en Pina, fue la primera propiedad territorial importante que recibió la Orden, al frente de la cual colocó un comendador. Pero sólo gozó de su propiedad veinticuatro años.

Los gastos que la Orden tuvo que afrontar para la construcción del hospital de Alfama debieron ser muy elevados. Las tierras áridas precisaron de algún tiempo para ser productivas y obtener de ellas lo necesario para el sustento de los freires. La Orden, durante los primeros años de existencia tuvo que pedir prestado dinero y trigo, y las deudas fueron aumentando con el tiempo. En 1229, la Orden tuvo que saldarlas, y decidieron que lo más útil sería vender Bujaraloz. La compró la priora del monasterio hospitalario de Sigena, donde yacían los restos de Pedro II.

Pocos años después de la fundación, la Orden recibió unas posesiones concedidas por Guillem de Cardona en Alcarrás, a 8 km de Lérida. Esta pequeña encomienda le proporcionó modestas rentas hasta que la perdió hacia el final de su existencia.

Imagen: restos del castillo de l'Ametlla de Mar. 

8. Orígenes y organización de la Orden de San Jorge de Alfama

Sólo disponemos de una veintena de noticias acerca de la Orden en el siglo XIII, la mayoría de las cuales consisten en privilegios o donaciones reales, siendo pocas las de índole particular.

En cambio, para el siglo XIV disponemos de buen número de documentos, aunque su contenido ofrece pocos detalles acerca de la estructura de la Milicia y la vida cotidiana de los freires.

Desde la desembocadura del Ebro hasta la población tarraconense de Cambrils, se extiende una amplia franja costera, cuyo carácter árido y desértico, aún hoy subsiste en parte. El desierto llamado de Alfama, comprendía la faja costera de 20 km de largo por unos 10 de ancho que se extendía desde la Ampolla hasta el Coll de Balaguer. La presencia sarracena en la zona tuvo su fin tras la reconquista de las comarcas de Lérida y Tortosa por el conde Ramon Berenguer IV, al filo de 1150. A la tarea repobladora se dedicó el conde reconquistador y sus sucesores, Alfonso el Casto y Pedro el Católico, y varias cartas de población concedidas en aquella mitad de siglo dan prueba de ello. El término de Tortosa se desintegró en señoríos, dado lo extenso de sus límites, que fueron concedidos a caballeros de las Órdenes del Temple y del Hospital.

Pero el territorio desértico de Alfama se encontraba sin dueño, propiciando el continuo ataque de las naves moras, con sus frecuentes incursiones. Alfama era además lugar de paso entre Tarragona y Tortosa, y no había refugio para el caminante que se sintiera enfermo o ante una inclemencia del tiempo.

Por todo esto, Pedro II, secundado por su madre doña Sancha, así como por Ramon de Montcada y otros nobles, fundó en aquel territorio una Orden que diera solución a la defensa y repoblación de la zona. Y pensó en ponerla bajo la advocación de San Jorge, dada la devoción que sentía por él y que había heredado de sus antepasados.

Así, el 2 de septiembre de 1201, en el acto de fundación de la nueva Orden, concedió al noble Joan d'Almenara y al subdiácono Martí Vidal el desierto de Alfama. De sus fines: la oración, la misericordia encaminada a dar cobijo a los caminantes, y el rechazo de los sarracenos o de quienes atacasen la zona, se desprende el doble carácter hospitalario-militar de la Orden. Al hospital, albergue, lo declara el monarca como casa de religión, con privilegios de franquicia.

En 1383 Pedro el Ceremonioso pidió al papa la confirmación de la Orden. Y es entonces cuando el pontífice les asignará de forma oficial la Regla de San Agustín a la manera como la practicaba la Orden del Hospital, aunque adaptada a las propias exigencias. Probablemente era la que ya seguían. Se resume ésta en la comunión de bienes, oración en horas establecidas, obedecer al superior y vestir limpia y modestamente.